Bogotá, Julio 18 de 2017 (CVP).- Rosalbina y su familia agradecen el apoyo brindado por la CPV, que no ha terminado a pesar de recibir su vivienda.
“Es muy duro ver cómo la naturaleza acaba con lo que a uno tanto esfuerzo le tocó levantar. Yo veía mi casa agrietarse y hundirse y no paraba de llorar, pero gracias a Dios no quedamos en la calle y nuestra historia tuvo un final diferente”.
Estas son las palabras de Rosalbina Fetiva, cuya familia fue beneficiada por la CVP con una vivienda en reposición en el proyecto Ventanas de Usminia, en Usme.
Ella y su esposo Yuced Molano Campos están agradecidos con el apoyo recibido de la CPV durante todo su proceso de reasentamiento. Siempre se sintieron respaldados por la entidad, esta se hizo cargo de su situación al ser declarados en riesgo por el Idiger y hoy muestran orgullosos su hogar, en el que han iniciado una nueva etapa de sus vidas.
En noviembre de 2011 inició la historia de los Campos Fetiva junto a la de otras 53 familias que también fueron reasentadas del barrio Cedritos Uno (Ciudad Bolívar), que vivian cerca de la quebrada El Chorrito.
“Mi antigua casa era un peligro. En ese entonces teníamos cuatro niños y vivíamos con el miedo de que una pared nos fuera a caer encima. No dormíamos”, recuerda con desazón Rosalbina.
Con la intervención de la CVP empezó un nuevo camino para la familia. Salieron de su casa en riesgo y vivieron en arriendo durante seis años.
En octubre de 2016 recibieron las llaves de su nueva casa, una vivienda segura y digna.
“Fue una experiencia bonita, algo difícil de explicar, todos lloramos. Pero nuestra historia con la Caja no terminó ahí, todavía nos siguen ayudando en la mejora física del hogar y hoy tenemos una vida mejor, mis hijos tienen más calidad de vida.”, manifiesta Rosalbina.
Para Juan Pablo Tovar, director técnico de Reasentamientos, este tipo de experiencias son las que permiten trabajar para que el proceso de reasentamientos se constituya en una herramienta efectiva para mejorar las condiciones de vida de las familias.