Bogotá D.C., marzo 17 de 2025

Por: Adriana Arango - Comunicaciones CVP

Desde el momento en que sus nietos llegaron a sus vidas, María y Víctor se han convertido en sus guardianes y educadores, brindándoles no solo un hogar, sino también un ambiente lleno de cariño y estabilidad. A pesar de las limitaciones que la edad y la salud han impuesto en sus vidas, ambos han encontrado en la crianza de los pequeños un propósito renovado. Víctor, quien se encuentra pensionado de su trabajo como guarda de seguridad, enfrenta desafíos físicos que lo han llevado a limitar sus actividades. María, por su parte, se dedica por completo al hogar y a los cuidados de los mellizos.

El anhelo de Víctor por un hogar seguro se materializó en 2021, cuando la Caja de la Vivienda Popular le entregó el título de propiedad de su vivienda. Este logro es la culminación de un sueño que añoraba durante años. Con lágrimas de felicidad en sus ojos, Víctor comparte su profundo alivio: “Puedo dormir tranquilo pensando en que mis nietos tendrán un lugar al que llamar hogar cuando ya no estemos. Eso me da paz, no sólo fue el título de mi vivienda, sino el mejoramiento y embellecimiento”.

La rutina diaria de esta familia es un reflejo del amor que se profesan. Cada tarde, los abuelos y los mellizos se sientan juntos en la mesa para realizar las tareas escolares, transformando este momento en una experiencia divertida y educativa. Con risas y un ambiente de cooperación, las sumas, restas y actividades de colorear se convierten en un ritual que fortalece los lazos familiares y fomenta un aprendizaje compartido. María y Víctor, con su paciencia infinita, guían a los niños en su educación, sabiendo que cada lección es un paso hacia un futuro mejor.

A medida que los días pasan, la pareja sueña con ver a sus nietos graduarse del colegio, una meta que se ha vuelto un símbolo de esperanza en su hogar. "Queremos que tengan oportunidades que nosotros no tuvimos", asegura María, quien ve en la educación la clave para un futuro brillante.

A pesar de los desafíos que han enfrentado a lo largo de los años, la resiliencia de María y Víctor es un testimonio de la fuerza del amor familiar. Han sabido convertir las dificultades en lecciones de vida, enseñando a sus nietos la importancia de la perseverancia y la educación. 

En este hogar, la risa y el amor son constantes. Cada día es una nueva oportunidad para construir recuerdos y cultivar sueños. Así, María Del Carmen y Víctor Manuel continúan su camino, llenos de la esperanza y la convicción de que su legado vivirá en sus nietos.