Fue testigo de todo lo difícil que fue vivir cinco años en Caracolí, ocupación indebida de Ciudad Bolívar: inseguridad, drogadicción, ‘amenazas’ de deslizamientos, hacinamiento, humedad, entre otros factores que convirtieron la invasión en invivible.

Ubaldina Sierra, de 50 años, describe lo soportado en Caracolí, hasta cuando la Alcaldía de Bogotá, a través de la Caja de la Vivienda Popular,  intervino este polígono, reubicó exitosamente a 526 familias que vivían en la zona, y le garantizó calidad de vida a ella y a las demás familias al permitirles escoger una vivienda digna, segura y de su propiedad.

“A mí nunca me sucedió algo, pero sí fui testigo de las necesidades que padecieron mis vecinos”, recuerda. La energía eléctrica la obtuvo pagando ilegalmente a un conocido para que descolgara el cable y lo llevara hasta su rancho.

“Para obtener el agua busqué el tubo madre, compré manguera y adquirí el líquido”, dice mientras recorre el piso en cemento y baldosa de la casa donde actualmente vive bajo relocalización transitoria, es decir, pago temporal de un arriendo por parte del Distrito, mientras le entregan su apartamento donde vivirá el resto de sus días.

Ubaldina Sierra escogió apartamento en Arboleda Santa Teresita, lugar que ya recorrió junto con funcionarios de la Caja de la Vivienda Popular. “Son hermosos, los cuartos, la cocina, los baños, allá estaré más tranquila”, describe emocionada.

Por esto, de sus labios no salen sino palabras de agradecimiento para el alcalde Enrique Peñalosa.

“Dios debe bendecir mucho al alcalde Enrique Peñalosa porque pensó en nosotros, fue el único que vio nuestras necesidades y nos reubicó dignamente. Él y su administración nos cumplieron y mi vida y la de mis vecinos hoy es otra”.