Bogotá, Marzo 28 de 2018 (CVP)-. María Mercedes Velásquez Rodríguez y Miguel Antonio Rodríguez Campos creen que con su nueva vivienda también viene un cambio de vida.
María Mercedes Velásquez, una llanera que desde hace más de 30 años vive en Bogotá, se arrodilla y da gracias a Dios al entrar a su casa, una vivienda ubicada en Candelaria La Nueva (Ciudad Bolívar) y entregada por medio del programa de Reasentamientos Humanos de la Caja de la Vivienda Popular.
María, feliz y dicharachera como ella se define, junto a su esposo Miguel Antonio Rodríguez Campos y sus seis hijos, residieron por una década en una invasión en el barrio Santa Rita de la localidad de Suba, lugar del que tienen los peores recuerdos: ratas gigantes, el olor insoportable del río Bogotá, la amenaza de una inundación. Y lo más repetitivo: los ladrones que les saquearon hasta su carreta de reciclaje.
“Cuando llovía era terrible porque siempre se mojaba más adentro que afuera, uno en medio de su pobreza buscaba vivir bien, pero contra ese tipo de situaciones no hay nada que hacer, por eso tener casa propia es una gran bendición, saber que no nos van a sacar porque ya el apartamento es de uno. Nosotros éramos como gitanos, porque no teníamos para donde agarrar”, cuenta sonriente y disfruta de una taza de café.
Los Rodríguez Velásquez fueron los primeros en llegar a la invasión, armaron sus ranchos con tablas, plásticos y poco a poco formaron una estructura de dos pisos que trataban de mantener limpia, pese a que se dedicaban al reciclaje y tenían contacto constante con la basura.
Sin embargo, la problemática de estas personas no solo era habitar un predio ilegal. También convivían con un enemigo silencioso: el río en su espalda y la advertencia permanente de las autoridades de una posible inundación.
“Ahora miro mi casa y para mí es la más bonita del mundo, no hay peligro de que se nos lleven las cosas, estamos más tranquilos”, dice María, mientras observa el techo, las paredes en concreto, el piso y su cocina como siempre la anheló: limpia y lejos de las plagas.
Con el apartamento nuevo, entregado por la Caja de la Vivienda Popular de Bogotá, María Mercedes y Miguel Antonio prometen un cambio de vida. Aunque el reciclaje les financió durante años su subsistencia en medio de una invasión, hoy buscan emprender nuevos proyectos, entre ellos, un carro de comidas rápidas con el que recorrerán las calles de la localidad.
“Queremos empezar ya con nuestro nuevo trabajo. Le pedimos a Dios que todos estos cambios nos ayuden a salir adelante, aunque sabemos que ahora solo vendrán cosas buenas”, concluye la pareja de esposos mientras observan la imagen de la Virgen del Carmen, la misma que, según ellos, junto con la Caja de la Vivienda Popular de Bogotá, le permitieron disfrutar de un nuevo y digno techo.